Presentación
Gracias a un amplio programa de restauración realizado por Roma Capitale, Assessorato alla Cultura, Superintendencia Capitolina, Villa Torlonia, con su historia única y su encanto indiscutible, vuelve al disfrute de ciudadanos y turistas que, de esta forma, pueden visitar el Casino Nobile, edificio del siglo XIX que alberga el Museo de la Villa y la valiosa colección de obras de la Escuela Romana, el Casino dei Principi, sede de exposiciones temporales y del Archivo de la Escuela Romana, el Museo de la Casina delle Civette (Casita de las Lechuzas), el conjunto de la Serra Moresca y el parque, con sus distintos paisajes y ambientes históricos.

El Casino Nobile, edificio principal de Villa Torlonia, que se debe a la intervención de Giuseppe Valadier a principios del siglo XIX y de Giovan Battista Caretti entre 1832 y 1840, fue concebido como Casino de representación y espacio para celebraciones de la familia Torlonia.
Tras décadas de abandono, la restauración ha devuelto al edificio su aspecto original de mediados del siglo XIX, con una profusa decoración realizada por algunos de los artistas más reconocidos de la época, como Antonio Canova, Bertel Thorvaldsen, Francesco Podesti, Francesco Coghetti y Luigi Fioroni.
Alrededor de la Sala de Baile, majestuoso eje central del edificio, caracterizada por dos «tribunas» para acoger a los músicos durante las fiestas de los Torlonia, se distribuyen estancias decoradas en estilo neogótico, neorrenacentista y neoclásico, así como, en la planta superior, una sala egipcia. Es un ejemplo único por su riqueza y suntuosidad, que refleja el gusto artístico de la época, profundamente influido por los descubrimientos arqueológicos en Oriente Medio.
Las salas de la planta baja y del primer piso, ricamente decoradas, acogen una selección representativa de la extraordinaria colección escultórica de la familia Torlonia (todavía en gran parte de propiedad privada) compuesta por obras antiguas y neoclásicas, entre las que destacan tres magníficos relieves en estuco de Antonio Canova, hallados en 1997 en los sótanos del Teatro. Las esculturas expuestas en las distintas salas se han recuperado en distintos lugares de la Villa, restauradas y exhibidas en el interior del Casino Nobile.
La disposición de las obras, junto con el mobiliario, busca recrear la atmósfera de una residencia aristocrática romana del siglo XIX. El mobiliario (consolas, bancos, espejos, lámparas y mesitas del siglo XIX) reemplaza al original, lamentablemente perdido, con la única excepción de los muebles del dormitorio de Giovanni Torlonia, posteriormente utilizados por Mussolini, hallados en un almacén del Provveditorato dello Stato (entidad estatal italiana encargada de la gestión de bienes públicos) y cedidos en comodato a la Superintendencia Capitolina.
En el semisótano han sido restaurados y habilitados para la visita, con un montaje multimedia, el refugio antigás y el búnker antiaéreo realizados por encargo de Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial. En el transcurso de las obras de restauración se descubrió también una falsa Tumba Etrusca: una hermosa sala hipogea íntegramente decorada con frescos al estilo etrusco. Actualmente, este espacio permanece cerrado al públicos por razones de conservación.
En la planta baja, dos salas están dedicadas a la documentación histórica. En una de ellas se proyectan tres audiovisuales que recorren la historia de la Villa desde la época de la residencia de Mussolini, hasta su apertura al público bajo la administración del alcalde Giulio Carlo Argan, pasando por las complejas fases de restauración del conjunto. En la otra sala, una serie de paneles fotográficos y didácticos ilustra las distintas transformaciones de la Villa, así como la trayectoria de la familia Torlonia.
La segunda planta del edificio, carente de ornamentación, alberga el Museo de la Escuela Romana, una valiosa colección de obras de artistas vinculados a este movimiento, que surgió en Roma entre las dos guerras mundiales. Entre los protagonistas, destacan Mafai, Antonietta Raphaël, Antonio Donghi, Cagli, Leoncillo, Trombadori, Francalancia, Mirko Basaldella, Fazzini, Ferrazzi, Pirandello, Cavalli, Capogrossi y Vespignani, entre otros.
El museo exhibe alrededor de 150 obras entre pinturas, esculturas y dibujos, que ofrecen una visión completa del panorama artístico de aquellas décadas.
El Casino dei Principi, edificio de estilo neorrenacentista restaurado en 2002, alberga en la planta baja el Archivo de la Escuela Romana y el CRDAV - Centro de Investigación y Documentación de las Artes Visuales, mientras que los dos pisos nobles están destinados a exposiciones temporales vinculadas y/o relacionadas temáticamente con la Escuela Romana.
La excepcional documentación del Archivo de la Escuela Romana, que da testimonio de la actividad del movimiento homónimo, incluye cartas, manuscritos, diarios —en su mayoría inéditos— libros, catálogos, revistas y fotografías. Todo el material ha sido debidamente catalogado y está disponible para la consulta pública.
El Centro de Investigación y Documentación de las Artes Visuales (CRDAV) fue creado por el Ayuntamiento de Roma en 1979 gracias a una generosa donación del crítico de arte Francesco Vincitorio.
El principal objetivo del Centro es recopilar y clasificar catálogos, monografías, material menor (invitaciones, notas de prensa, folletos), diarios, vídeos y material fotográfico relativo a la actividad expositiva desarrollada en espacios públicos y privados de la ciudad de Roma.
La Casina delle Civette, diseñada en 1840 por el famoso arquitecto G. Jappelli y transformada posteriormente por el arquitecto V. Fasolo entre 1917 y 1920, desde 1997 es la sede de un interesante y único museo dedicado a la vidriera artística.
Las vidrieras, realizadas entre 1910 y 1925 por el gran artesano romano Cesare Picchiarini a partir de diseños de Duilio Cambellotti, Umberto Bottazzi y Paolo Paschetto, ofrecen un amplio repertorio que permite comprender la consolidación y evolución del arte vitral en Roma durante esos años. La colección original de la Casina se ha enriquecido con nuevas vidrieras de los mismos autores, así como con dibujos, bocetos y cartones preparatorios, muchos de los cuales están vinculados a encargos realizados por el príncipe.
Ninguna otra residencia conserva un conjunto tan extenso y representativo de vidrieras como la Casina, que permite seguir de cerca la evolución de esta técnica durante las primeras décadas de ese siglo.
La diversidad de materiales que embellecen sus estancias propone al visitante un recorrido de gran interés, donde surgen constantemente detalles inesperados y evocadores, fruto del diálogo entre la rica decoración ecléctica del edificio y las obras que alberga.