Museo della Scuola Romana
El museo, situado en la última planta del Casino Nobile, se abrió al público en 2006 gracias al compromiso y a la eficaz contribución de Netta Vespignani, Miriam Mafai, Enzo Siciliano y Claudia Terenzi.
Las obras expuestas en las salas del museo ofrecen una visión de conjunto de uno de los momentos más interesantes y vitales del arte italiano del siglo XX: la investigación figurativa en Roma entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
Se va de los protagonistas de la corriente pictórica denominada “Realismo mágico” como Antonio Donghi, Francesco Trombadori, Riccardo Francalancia y Ferruccio Ferrazzi, a los de la llamada “Escuela de Via Cavour”, con las obras de Mario Mafai y Antonietta Raphaël; de los pintores denominados “tonalistas” de los años 30, como Corrado Cagli, Giuseppe Capogrossi, Emanuele Cavalli, Roberto Melli y Guglielmo Janni, y a los artistas que, alrededor de la segunda guerra, crean un nuevo lenguaje “realista”, como Alberto Ziveri, Fausto Pirandello, Renato Guttuso y el joven Renzo Vespignani. No faltan protagonistas en el campo de la escultura como Pericle Fazzini, Mirko Basaldella, Leoncillo Leonardi y un maestro del grabado como Luigi Bartolini.
Incluso en la variedad de los lenguajes expresivos, la definición común “Scuola romana” halla su motivación en algunos elementos de continuidad que resultan determinantes: el vínculo visceral con la ciudad de Roma y el mito de lo antiguo, el culto del “oficio” y de la experimentación y, sobre todo, una profunda intolerancia hacia la idea del arte como expresión de un régimen. Quizás también como reacción a la retórica creciente, las obras de estos artistas nos hablan de realidades íntimas y humildes, de miradas cargadas de inquietud, de una ciudad culta en sus lugares más ocultos o en los que estaban a punto de desaparecer.
Entre las obras más notables, destaca una serie de autorretratos, entre ellos los de Ferrazzi (San Bernardino, 1943) y Roberto Melli (1936), y retratos, como el de Ziveri (obra de Guglielmo Janni, 1936), las vistas (y las visiones) romanas de Francalancia, Bartoli, Socrate y Vespignani y las preciosas naturalezas muertas de Francalancia y Trombadori.
Entre las esculturas destacan la majestuosa “Fuga de Sodoma”, de Antonietta Raphaël (1935-1936), el “Retrato de Dario Sabatello”, de Pericle Fazzini (1934), y la singular obra “Furor”, de Mirko Basaldella (1944).
Las obras presentes en el museo han sido donadas o cedidas por:
Accademia Nazionale di Danza, Asociación Archivio della Scuola Romana, Luciana Bartolini, Giuseppe Bertolami, Giorgio Di Raimondo, Ilaria y Ninetta Ferrazzi, Fabiola Ferrazzi (herederos de Castellet) Fundación Carlo Levi, Elena Francalancia y Gustavo Francalancia (herederos de Marco Francalancia), Luciana Gentilini, Loredana Guarnieri, Giulia Mafai y Miriam Mafai (herederas de Sara y Luciano Scalia), Carla Marchini, Paolo Nasso, Dora y Pierluigi Pirandello, herederos de Redini, Claudia y Flaminia Terenzi, Donatella Trombadori y Netta y Marta Vespignani.
El arte de la posguerra en la colección de Francesco Ingrao y Ksenija Guina, donada por los herederos a Roma Capital y expuesta de forma permanente en el Museo della Scuola Romana del Casino Nobile de Villa Torlonia
Tras la desaparición de Francesco Ingrao, el 27 de septiembre de 2003, y de Ksenija, en febrero de 2010, gracias a la donación a Roma Capital de Mirjana Jovic (hermana de Ksenija) 35 obras de la colección Ingrao - Guina entran a formar parte del Museo della Scuola Romana del Casino Nobile de Villa Torlonia a partir de 2011.
Testimonio de un coleccionismo íntimo y amateur, las obras aquí expuestas están firmadas por algunos de los mayores intérpretes del siglo XX a nivel italiano e internacional: Mario Mafai, Mirko Basaldella, Corrado Cagli, Renato Guttuso, Luigi Bartolini, Mino Maccari y Nino Bertoletti, maestros presentes con obras cercanas a las temáticas y a los lenguajes de la Scuola Romana, además de Alberto Burri, Giulio Turcato, Sebastian Matta y Pietro Consagra, protagonistas más jóvenes del escenario artístico de la segunda posguerra.
En esta valiosa colección se desvela un aspecto especial del mecenazgo del siglo XX, que tiene su origen en la pasión por el arte y en el interés humano hacia el artista. Un importante patrimonio que la sinergia entre el donante particular y la institución pública hoy permite no dispersar y que resume en sí mismo la historia del coleccionismo romano en los años de nuestra posguerra y su intensa y extraordinaria temporada artística.